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Natalia
Sanmartin / MADRID
(07-03-2006)
De los 34 empleados que han solicitado excedencias para el
cuidado de sus hijos en Banesto, sólo uno es un hombre. Del
total de reducciones de jornada que se disfrutan actualmente
en el banco, únicamente una de ellas ha sido solicitada por un
hombre. Con una particularidad añadida: la petición se
justificó en la necesidad de realizar estudios de formación,
no en la de dedicar más tiempo a la familia.
Ana Irusta, directora del proyecto de conciliación y
diversidad de Banesto, tiene muy claro que detrás de estos
datos hay un problema real: el hecho de que la mayoría de los
hombres rechazan acogerse a medidas para conciliar vida
personal y profesional. 'Para las empresas es lo mismo que
disfruten esas facilidades los hombres o las mujeres, porque
lo que queremos son personas contentas y que produzcan más. Si
los hombres quisieran realmente conciliar podrían hacerlo. Es
una cuestión de reducir charlas y cafés, entre otros ajustes',
explica Irusta, quien ayer participó en el quinto congreso
Mujer, Familia y Trabajo, organizado por la Comunidad de
Madrid.
Banesto, que fue una de las compañías galardonadas el
pasado año con el premio a la empresa flexible de la
comunidad, tiene una política de conciliación abierta por
igual a hombres y mujeres, pero que aprovechan abrumadoramente
las mujeres. 'Empezamos con el programa hace tres años y han
sido mayoritariamente las mujeres quienes lo han aprovechado.
Es una cuestión social, pero lo cierto es que mientras sólo
disfrutemos nosotras de esas facilidades las cosas no
cambiarán'. La mujer, en solitario
El diagnóstico de Irusta tiene respaldo estadístico. Según
una encuesta realizada por el IESE, una de cada tres mujeres
directivas tiene la sensación de que saca adelante a su
familia en soledad; para dos de cada diez, su pareja es más un
peso que una ayuda. 'Respecto al papel del hombre en casa aún
queda mucho por hacer. La mayoría de los hombres piensa que su
principal aportación a la familia es garantizar la solvencia
económica y que tiene una socia en el equipo que opta por
anteponer el cuidado de los hijos a su trabajo. Es un reparto
ancestral y hay que cambiarlo, pero también hay que asumir que
todavía no ha cambiado', resume Paco Muro, presidente de la
consultora Otto Walter, premiada también con el galardón a la
empresa flexible.
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'Aún quedan
una o dos generaciones para que la igualdad entre hombre
y mujer sea real', sostienen los
expertos
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Muro, que sostiene que todavía restan una o dos
generaciones para que la igualdad entre hombre y mujer en este
capítulo sea real, aboga por facilitar la conciliación a las
mujeres, quienes más la solicitan actualmente. 'La mayoría de
los directivos somos hombres y la mayoría delegamos el cuidado
de los hijos en casa. Por esa razón creo que estamos
comprometidos a dar un paso adelante y facilitar las cosas a
las mujeres que viven esa situación en nuestras empresas. No
puedes delegar ese peso en casa y al mismo tiempo ser
hiperrígido con las madres que trabajan en tu empresa. No es
coherente y no es justo', resume. Como en Banesto, en Otto
Walter la proporción de hombres que disfrutan las medidas de
conciliación es ínfima. 'Está claro que los hombres queremos
compaginar el trabajo con el cuidado de la familia, pero otra
cosa diferente es que esté en nuestros genes la necesidad
vital de pasar el primer año al lado del bebé en la misma
medida en que le ocurre a una madre. Es una realidad biológica
que no se puede ignorar', apunta Muro.
En el extremo opuesto hay empresas que afirman haber
conseguido el ansiado equilibrio en esta materia. 'En Nokia
siempre hemos apostado para que todos nuestros empleados
tengan las armas necesarias para poder conciliar vida personal
y trabajo. Y mi percepción es que tanto hombres como mujeres
hacen uso de ellas, porque la conciliación va más allá de la
baja maternal', explica Marieta del Rivero, consejera delegada
de Nokia España que participó ayer en el congreso Mujer,
Familia y Trabajo. En Nokia, premio a la empresa flexible,
'tanto hombres como mujeres se acogen a la flexibilidad
horaria para dejar, por ejemplo, a sus hijos en el colegio',
señala del Rivero.
Pese a ello, en la mayoría de las empresas hay cosas que
siguen sin cambiar. 'A muchos hombres les da vergüenza dejar
el trabajo para llevar a los niños al médico, porque saben que
su jefe directo les va a decir: '¿es que no los puede llevar
tu mujer', concluye Ana Irusta. La
mayoría de los directivos ni se plantea la conciliación
Pese a que la participación masculina en las políticas de
conciliación de vida y trabajo es, en general, muy inferior a
la de las mujeres, hay cotos donde esa posibilidad ni se
menciona. 'Acogerse a medidas de conciliación no está mal
visto en perfiles administrativos, pero si hablamos de mandos
intermedios para arriba la cosa cambia. Es muy raro, yo no
conozco ningún caso, mientras que conozco varios de mujeres
directivas que sí lo han hecho', señala Ana Irusta, de
Banesto.
Irusta, que también es directora de recursos humanos de los
servicios centrales de la entidad, reconoce que los altos
ejecutivos no dan ejemplo en este tema. A menos, por supuesto,
que la realidad les obligue a ello. 'Conozco el caso de un
ejecutivo divorciado que tiene a su hijo los miércoles y ha
tenido que renunciar a ciertas oportunidades para tener la
seguridad de que ese día por la noche va a estar en Madrid',
explica Paco Muro, de Otto Walter, quien también participó
ayer en el congreso Mujer, Familia y Trabajo.
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